Somos la hinchada de más aguante, pero todo tiene límites. Juramos estar en las victorias, empates y derrotas. Sin embargo, nunca nos preparamos para las goleadas. Y cuando ocurre nos agarra mal parados, desprevenidos. Nos vestimos de fiesta por los 106 años de nuestro ídolo máximo más la celebración nos duró muy poco. Estando arriba 1-0, se falló un penal, un gol empezando la segunda parte y todo se derrumbó dentro de tí, dentro de mi. El rival se entonó, se dio cuenta de lo vulnerables que somos y pese a alguna corajeada, otra vez nos ganaron los nervios y nos quedamos con 10 generando una vía libre para el ataque contrario. Una tarde para el olvido pero que debemos recordar para no repetir errores. Ademir.
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